domingo, 25 de octubre de 2009

Historia de una incomunicación forzada


Un buen día te levantas de la cama con ánimo de escribir y de dar a conocer aquellas ideas y argumentos que bullen en la gran olla exprés en la que se ha convertido tu cabeza, convencida en tu totalidad de que hoy vas a contar una de esas grandes historias que hacen parpadear al cursor de pura emotividad. Estas segura de que las líneas que memorizaste en la mente antes de acostarte, al quedar publicadas van a comunicar directamente al lector de una forma metódica con tu propia alma.

Pero cuando finalmente decides apearte en tu escritorio para convertir esa ensoñación en realidad, al encender tu ordenador personal aparece en él una pantalla azul, desconocida hasta entonces, que irrumpe en tu sistema acompañada de un pitido acelerado que hace estallar todas las alarmas en tu cabeza.

Y es entonces cuando desesperada martirizas al ratón pensando quizás en que este puede convertirse en una especie de desfibrilador que devuelva a la vida a ese cacharro despótico en el que se ha terminado por convertir tu adorado instrumento de ocio y trabajo que finalmente a falta de un hilo de vida termina de agonizar al mudarse al luto el azul de su pantalla.

Intentas volver a encenderlo casi con miedo y al no obtener respuesta alguna pruebas una segunda vez con mas ímpetu...Pronto esa calma que había traído la confusión de aquel problemas se convierte en enfado y posteriormente en una ira incontenible de esas que te llevan a insultar deliberadamente desde el primer hasta el último ser en la tierra por no atreverte a estrellar contra la pared ese maldito objeto de “deseo” que se ha tomado vacaciones sin consultártelo previamente.

Luego llega una fase de preocupación por como salvar aquello que guardas en su interior y si es posible rescatar del coma al aparato que tanta ansiedad te esta produciendo. Mas tarde comprendes que sin tu ordenador estas completamente incomunicada, los ojos, la entrada a la red de redes esta actualmente fuera de servicio y tú te das cuenta que te has convertido en alguien sin voz, ni opinión en un mundo donde vivir sin email, sin foros o redes sociales, es ya casi del todo inconcebible y que te lleva a la marginalidad casi absoluta.

Con el tedio de los días sin mi ordenador, mientras este era reparado, fui artífice de esta asociación de ideas que me llevaron a apreciar este objeto tan útil como desesperante. Y a recibir su resucitación como el milagro más prodigioso. Pues tras todo lo pasado en estos casi dos meses sin él puedo decir que el termino Personal cobra un mayor sentido, ya no es solo lo que puedas almacenar en su memoria, si no las posibilidades de ocio, trabajo y entretenimientoo que te facilita, así como que el ordenador es hoy por hoy la heramienta más útill para la vida real que hoy en día se vive al otro lado de la pantalla.

Hoy dejé atrás mi ceguera temporal, hoy he vuelto con vosotros a este lado de mi espejo donde se funden al unisono el reflejo de lo real y lo irreal. ¡¡Bienvenidos de nuevo!! Y estáis de enorabuena tengo tantas cosas que contar...