No te lo perdono, esta vez no voy a ceder, no te voy a permitir que vuelvas como si nada hubiera sucedido. Ahora que la fortuna por fin me sonríe no voy a dejar que enturbies el momento con tu falsa cordialidad y tus ecos de rencor.

Hoy quemé tu escalera de color y todos esos ases falsos que guardabas en la manga. Ya no te queda ningún truco que pueda sorprenderme. Sé que todo lo que venga de ti no es más que una ilusión o un juego tonto de luces, ya no eres ni maestro, ni mecenas de la mentira, tan sólo un infeliz candidato a vivir como alma en pena.
Y una vez despojado de tus engaños y mentiras, de esos dados trucados que burdamente engañaban al azar y de tus cartas marcadas que dirigían el juego, sin todos tus trucos infames ya sabes que para ti se terminó la partida.
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