
La casa de mi jirafa es nuestro pequeño refugio, el sitio donde él se comporta como quiere, donde deja libre su ser y donde puedo yo también puedo ser libre lejos de las regias ataduras de la reina madre. Allí es donde en común de los mortales dicen que tenemos nuestro nidito de amor. Donde estamos juntitos y felices lejos de envidiosas miradas ajenas.
En ese lugar suelo estar yo, yendo y viniendo de aquí para allá mientras le facilito las cosas a mi jirafita o simplemente aparezco sentada en un rincón pasando el rato hasta que el tiempo le traiga de vuelta a casa.
Desde hace unos días tengo mi propio juego de llaves del hogar de mi jirafa, dicen que tener las llaves de una casa ajena demuestra que su morador tiene gran confianza en ti. A mi no hacen falta las llaves de su hogar para saberlo, pues lo más importante es que tengo desde hace tantos meses las llaves de su alma y su corazón y ese lugar, queridos míos, sí es el verdadero lugar al que quiero llamar hogar.
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