Era un día gris, de un gris que acongojaba su corazón y que les acompañaba como fúnebre telón de fondo en aquellas horas tristes.
Entre toda la muchedumbre que se agolpaba a su al rededor la pareja no llamaba la atención, ni sus gestos, ni sus miradas parecían fuera de lo común, pero esas dos personas sabían que de allí saldrían rotos...
Cómo dos actores que conocen a la perfección sus guiones llegado el momento oportuno se abrazaron. Ella le abrazaba sabiendo que aquella sería la última vez que le envolvería su perfume y él la sostenía fuertemente como queriendo retener el momento y evitar un final que se acercaba.
Pasaron unos minutos pegados el uno al otro antes de cruzar sus miradas, la de ella cristalina aguardando un llanto que ya bramaba en su interior, la de él azuzada por el miedo y la desesperación. Se miraron fijamente, sin decir absolutamente nada, mirando en la pupila del otro las verdades que nunca hablarían.
Poco a poco se acercaron sus labios y se besaron firmemente y con un ansia que ahogaba todo menos el dolor. Sintieron como sus lenguas querían ser una, y como los labios hablaban sin palabras, tratando de volver a unir lo que el destino separaba.
Entre aquella tempestad de sentimientos una voz hizo el anuncio de una partida. Antes de romper el abrazo se susurraron palabras a modo de consuelo:
-Ya te estoy echando de menos...-
-Ojalá este momento nunca terminase-
-Volveré a por ti-
-Te esperaré siempre-
-Ya te estoy echando de menos...-
-Ojalá este momento nunca terminase-
-Volveré a por ti-
-Te esperaré siempre-
Pero al deshacer el abrazo, notaron como aquel lazo que los unía empezaba a deshilacharse y a perder el valor y la fuerza que un día tuvo.
Él cogió su maleta esperando que no se le notase el temblor de las manos y echó a andar lejos de todo lo que en verdad quería. Ella le miró partir sabiendo que no podía esperar a aquello que jamás volvería a ocurrir.
Ambos guardaron en su memoria los rostros descompuestos de cada uno junto a aquellos momentos felices que ya parecían lejanos y aquel último beso salado por las lágrimas y tan agrio como la carcomida sensación de pérdida que les acaba de derrotar.
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