Vosotros sabéis que esta de aquí no es una princesita valiente. Siempre me tienen que recordar que sea fuerte y que mire al frente. Pero yo miro al suelo a ese al que tantas veces me caigo y que me es tan familiar porque sé que cada dos pasos su superficie he de besar... En los cuentos dicen que las princesas sólo debemos esperar pero yo siempre he sabido que los sueños jamás se pasan por la sala de estar, y aunque allí esperes y esperes nunca aparece lo que en verdad quieres. He salido muchas veces a otear el horizonte y nunca he podido llegar más lejos del índice de la prosperidad porque para los que son como yo no nos dejan por donde andar. Pues el camino esta cortado y el muro que allí existe no te deja avanzar para el otro lado. Siempre he sido aquella princesa triste que se asomaba al borde de una piscina que nunca llegaría a cruzar y que por mucho que nadase el otro lado no llegaría a alcanzar. Hoy sigo mirando mi reflejo sobre el agua de esa piscina mientras me imagino que se debe sentir al llegar al otro lado, al percibir que tus esfuerzos y tus ganas a la meta te han encumbrado. Y sé que aunque mucho me esfuerce que aunque todo lo dé para mi no habrá victoria, sueños cumplidos, meta llegada, ni sabor a gloria. Sólo me queda aprender a ver llegar al resto de la gente desde mi borde baldío mientras lleno con minucias un currículo vacío.
Cuando el último cordel que me unía a la titiritera quedó roto, supe que había traspasado la frontera de lo real para adentrarme a un mundo imaginario. Aquel era el único lugar donde podía estar a salvo de la crítica, la burla y la mofa constante. Allí podía ser yo, lejos de aquellas estrictas órdenes que se dictaban bajo la tirana mirada de una mujer con el corazón de hielo. Lo que por aquel entonces desconocía, es que existen muros que no se deben traspasar y caminos que es mejor no explorar porque una vez dado el paso ya no hay vuelta atrás. Y si tu corazón y tu mente no son fuertes, ni capaces, te quedas atrapado en un laberinto lleno de espejismos dónde absolutamente nada de lo que ves es lo que parece ser.
No siempre el final del cuento es feliz, no todo el mundo tiene un hada madrina, con mucha frecuencia no resulta válida la expresión “fueron felices y comieron perdices” y por todos es sabido que el espejo no siempre dice la verdad... Este es el rincón de una princesa principiante que escapó a su destino con un manual de princesas que resultó ser un libro con las páginas en blanco.
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