viernes, 11 de febrero de 2011

Sabor a Bicoversario

El valor de un beso no se estipula por la cantidad o la frecuencia en que se da si no por la calidad de los sentimientos que hay en él invertidos.
Los besos son una de las expresiones más hermosas que tiene el ser humano. Sin embargo hay besos que son recordados, otros que caen en el más triste de los olvidos, unos que pasan desapercibidos y otros que arraigan con fuerza en la persona.
Por esta particularidad resulta que nunca todos los besos son iguales aunque vengan de la misma persona.
No todos recordamos lo mismo de un beso, hay personas que recuerdan el día, el lugar, el ambiente, la persona a la que se besa o la que le besó, el beso en sí, el momento…
Pero por alguna razón cabría destacar el sabor del beso en sí.
Hay besos que tienen un sabor salado por las lágrimas que los acompañan, dulces por la ternura que les envuelve, picantes por la pasión recreada, agridulces por su controversia e incluso hay besos que dejan un regusto amargo por el conflicto que generan.
Aun así debemos recordar que el sabor de un beso no se cata sólo con los labios, un buen beso se percibe con todos los sentidos y cala bien dentro del corazón.
Tal día como hoy ya hace dos años, tuve la alegría de recibir y dar un beso muy especial, uno de esos que perduran con el paso del tiempo, que te enternecen por su particular ternura y que hacen que perviva su dulzura en el paladar.
Hoy tengo la alegría de revivir el más intenso sabor a bicoversario.


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