miércoles, 29 de abril de 2009

Is true


Somεthing happεnεd
For thε vεry first timε with you
I don't carε what thεy say
Thεy try to pull mε away
But thεy don't know thε truth
Found
somεthing truε
I'm in lovε with you
Because is true,
I'm Nothing Without You



Kiss the rain


Kiss the rain
whenever you need me
Kiss the rain
whenever I´m going to long
If your lips
feel hungry and tempetd
Kiss the rain
and wait for the dawn
Keep in mind
We´re under the same sky
and the night´s
as empty for me as foy you
If you feel you can´t
wait till morning
Kiss the rain


martes, 28 de abril de 2009

Sobre "monerías"

Mona, él me dice que soy mona. Y esta palabrita tan pequeña y que para muchos pasaría desapercibida me hace sentir inmensamente feliz. Es oírla de sus labios y en mi rostro se dibuja una sonrisa de cuarto creciente que resalta mis pómulos enrojecidos por el rubor cándido de mi timidez.

Hay muchas cosas “monas” pero para él soy la más mona, aun despeinada y pijama, para él estoy mona en cualquier circunstancia... Y no sólo es el hecho de que se lo parezca, si no que su manera de decirlo delata sus sentimientos y pone de manifiesto en tan solo dos sílabas el cariño, la ternura y el amor que tiene hacia mí.

A veces me pilla completamente desprevenida y cuando mis oídos reciben esta palabra, mi corazón estalla en dicha, en muchas ocasiones respondo con una simple pero sincera sonrisa y agacho la cabeza tratando de ocultar la vergüenza que me da ser reconocida como tal y otras tantas corro a sus brazos a expresar mi felicidad de una manera algo menos cohibida y formal.

Cuando me dice “mona” es como si replicasen campanas que anuncian una repentina subida de confianza y autoestima. Pues según me demuestra tiene en que basar su argumento.

Recuerdo una tarde en que venía de la cocina con unas galletas, una prendida en mi boca y la otra en la mano. Me acerqué a él y extendí la mano y aun con la otra galleta entre mis labios pregunté: -¿Gajlhetitah? (¿Galletita?) El sonrió, no como cabía esperarse de una situación así., porque lo hizo dulcemente y me miro con gran ternura, y no sólo aceptó mi galleta sino que me dijo:- Eres monísima-…Ósea que aun en aquella cómica situación (divertida para muchos aunque yo realmente soy así de…rara y actuó en consecuencia) no sólo era mona sino que era, nada más y nada menos, el colmo de la monería.

Mona ó monísima estoy encantada de serlo y de parecérselo. Puede que sea una palabra que a muchos no les diga absolutamente nada pero para mí es casi la puerta que da al mismísimo cielo.

Love is

Love is patient, love is kind.
It does not envy, it does not boast, it is not proud. It is not rude, it is not selfseeking, it is not easily angered, it keeps no record of wrongs.
Love does not delight in evil but rejoices with the truth.
It always protects, always trust, always hopes, always perserves.
Love never fails.


martes, 21 de abril de 2009

Luz de estrella

La pequeña Carlota era huérfana, cuando cumplió los siete años fue adoptada por una familia que le daba el cariño que necesitaba y un hogar estable donde formarse como persona. Pero la niña sabía que Pedro y Gabriela, sus papás adoptivos, no eran sus padres verdaderos y en su memoria aun brillaba nítidamente la dulce mirada de la que fue su mamá biológica.

Cuando llegaba la hora de dormir, después del emocionante cuento que “papi Pedro” le narraba cada noche y tras el beso con olor a crema de “mami Gabi”, todas las luces de su habitación se apagaban. Sumiendo a la niña en un extraña melancolía, que la oprimía en medio de aquella inmensa soledad que le proporcionaba la oscuridad absoluta.

A Carlota no le gustaba la oscuridad le recordaba a aquellos días grises que había pasado en el orfanato, con aquellos cuidadores eficaces pero carentes sensibilidad y todos aquellos niños que a falta de la atención debida buscaban ser el centro de las miradas provocando problemas. La pequeña se agazapaba bajo la colcha y para tratar de esquivar sus males, evocaba el recuerdo que más “luz” y sosiego traía a su mente. Carlota recordaba la mirada de su madre, la calidez, la ternura y el asombroso brillo que desprendía. Y así, lograba esquivar aquella oscuridad, el miedo que esta le provocaba y finalmente quedarse dormida.

Pedro y Gabriela estaban preocupados por las ojeras que aparecían cada mañana en la pálida piel de la niña y ambos trataron de ponerle remedio sin éxito. Probaron a cenar mucho antes para que Carlota fuera a cama con la digestión bien hecha, no fuera a ser que con la tripa llena perdiera el sueño, pero eso sólo provocó que la niña se despertara a media noche pidiendo algo que llevarse a la boca, intentaron con baños relajantes y compraron jabones específicos de extraños aromas, lo que hizo que Carlota se fuera a cama con la nariz congestionada de aromas extraños y acabará por pedir la vuelta del jabón de siempre que no irritaba sus fosas nasales, así que optaron por ampliar las actividades que la niña realizaba por la tarde para que llegase a cama extenuada pero tampoco dio resultado y la pobre Carlota acababa con unas ojeras aun más pronunciadas.

Fracasados todos sus intentos “papi Pedro” y “mami Gabi” decidieron buscar ayuda profesional, y cuando ambos acudieron con la niña al psicólogo esté se percató de la melancolía tenía atrapada a la pobre Carlota. El psicólogo recetó a la niña un “cambio de aires” y loa padres atentos decidieron mudarse al campo.

Para Carlota fue duro resultar ser la causa por la que abandonaba el que hasta entonces había sido su hogar, pese a que Pedro y Gabriela hicieron todo lo posible para que el traslado no resultase traumático. La habitación de Carlota era exactamente igual que la que tenía en su antigua casa pues así lo habían dispuesto sus padres, pensando en el bien de la pequeña, pero había un matiz que en un principio pasó casi desapercibido para Carlota, la ventana de su habitación era bastante más amplia, aunque eso no pareció importarle.

La primera noche Pedro y Carlota aprovecharon el cenador del jardín y salieron a cenar a la luz de la luna. Carlota se sentía rara cenando allí fuera, en el jardín de su otra casa apenas había espacio para una vieja tumbona que ahora yacía primorosamente colocada entre un columpio que “papi Pedro” había montado para ella y un sillón de mimbre que chocaba con la vieja tumbona de plástico. Cuando terminó de cenar y aprovechando que sus padres mantenían una animada conversación, Carlota fue a tumbarse sobre la destartalada tumbona y una vez acomodada miró el cielo.

Lo que vio la niña la dejó extasiada, anonadada y sobradamente alucinada. Aquel descubrimiento hizo que llamara a sus padres a gritos lo que provocó que ambos llegaran a trompicones a su vera con una elocuente cara de susto.

-“¡¡Papi, mami!!¿Qué son esas luces del cielo?”- les preguntó Carlota esbozando una sonrisa mientras contemplaba aquellas lucecitas esparcidas por el firmamento. –“Son estrellas, Carlota”- dijo Gabriela sentándose a su lado. –“¿Y están siempre ahí?”- indagó la niña emocionada por aquel descubrimiento.- “Sí, cariño, siempre… a menos que este nublado”- dijo Pedro y aclaró: -“En la ciudad son difíciles de ver porque los focos y los luminosos lo evitan” Carlota miró a sus padres y dijo sonriendo:- “Las estrellas brillan como la mirada de mi mamá”-

Aquella noche tras el descubrimiento que hizo Carlota, “papi Pedro” volvió a leer uno de aquellos cuentos tan emocionante y entretenido como siempre y “mami Gabi” arropó a la niña con aquellos besos con olor a crema, pero justo antes de apagar las luces ambos descorrieron lar cortinas y dejaron que aquella luz tenue y cálida que emitían las estrellas llenara la habitación. Y así la pequeña Carlota pudo dormirse sin miedos, ni melancolías, abrigada por aquel brillo familiar que la hacía soñar con aventuras intrépidas, besos con olores familiares y miradas tan hermosas como las estrellas.

lunes, 20 de abril de 2009

After much time

After much time I feel myself free, finally I am calm I feel myself various, I feel that something completes to me, I do not know what of precise…
Now that I have succeeded to cancel " him" from my life I am happy and inclined for a new love story… Now I return to fly…

sábado, 18 de abril de 2009

Deberes para hoy

Debo aprender a escaparme del pasado, a dejar de fingir que todo está olvidado.
O mejor aún, debo impedirle que me siga lastimando, que tras las sombras me siga llamando.

Pero no importa, sé que hay cosas que jamás lograré, cómo también sé que hay recuerdos que jamás olvidaré.
Debo aprender a recordar siempre quien soy, y a saber que seguiré igual tanto ayer como hoy.
Que aunque quiera mucho a alguien, no por eso esa persona me va a querer a mí. Y mal que me pese no todo el mundo siente igual que lo que yo sentí.
Ya va siendo hora de tener bien presente que no todas las lágrimas salen del corazón, y que no todos los comentarios validan su razón.
Tengo que bañarme en el mar si estar pendiente del fondo, y dejar de creer en que siempre las historias tienen un final redondo.
Dejaré de estar preocupada en la imagen que tiene el resto sobre mí y aprenderé que quererse es la mejor meta y el mejor fin.

Que ser alguien único y especia no se trata de ningún mal.
Debo actuar según mi propio guión y no aceptar correcciones de ningún individuo con ansias de dirección.
Trataré de no sacar conclusiones precipitadas y me convenceré de que mis ideas tontas no son siempre las equivocadas.
Y después de todo podré decir, que vivo sonriendo porque hallé la mejor manera de vivir.

viernes, 17 de abril de 2009

Juguete rechazado

Todos los niños tienen algún juguete predilecto, las niñas suelen decantarse por las muñecas que inspiran sus instintos más sensibles como el sentido maternal, pero también los más sucios como el materialismo y la competitividad. Esta historia narra lo que aconteció a una niña que dejó de valorar a su muñeca.

Lara era una niña de seis años que tenía una pequeña muñeca de trapo a la que llamaba Petra. Era una muñeca sencilla, incluso anodina, pues no había nada en ella que, a primera vista, llamara la atención. A Lara no parecía importarle, esta era la única muñeca que había tenido y pasaba buenos momentos jugando con ella, para Lara su muñequita de trapo era sumamente especial.

Un día, Lara invitó a unas amigas del colegia a casa y todas llevaron sus muñecas para jugar. Pero en cuanto vieron a Petra las niñas se echaron a reír al ver a la insulsa muñeca.“¡Qué muñeca tan fea!”, dijo una. “¿Por qué tienes una muñeca tan sosa?”, dijo otra. “Anda, Lara, deja esa muñeca”, dijo la tercera retirándole a Petra de las manos y dejándola en el otro extremo de la habitación, “yo te dejo una de las mías”

La niña estaba terriblemente avergonzada. Hasta aquel día no se había dado cuenta de lo horrible que era su muñeca. Y desde aquel día empezó a despreciar a Petra.

“La odio”, les decía a sus padres. “Es una muñeca fea y aburrida.”Petra se sentía muy infeliz cuando oía aquellas palabras, pero quería tanto a su dueña que siempre la perdonaba. Se decía a sí misma: ‘seguro que algún día Lara volverá a quererme; sólo tengo que esperar’.

Una noche, Lara se metió en la cama y esperó a que su madre acudiera a darle el beso de buenas noches para decirle:“Mamá, quiero que me compréis una muñeca nueva.”La madre de Lara la vio tan decidida que tuvo que ceder:“De acuerdo, hija, compraremos una muñeca que te guste.”
Al oír aquello, Petra se sumió en una tristeza de trapo. Se pasó toda la noche despierta pensando en qué sería de ella cuando Lara tuviera una nueva muñeca y se deshiciera de ella. Aunque Lara desde aquella fatídica tarde siempre la trataba con desprecio, Petra la adoraba. La quería con toda su felpa.Y de pronto, cuando el reloj marcó las tres de la madrugada, Petra tuvo una idea.Caminó hasta el escritorio de Lara y a duras penas abrió el cajón donde la niña guardaba un costurero llenos de cuentas brillantes, cintas de raso, bonitos retales de telas y suaves ovillos de lana de vivos colores.



‘Si quiere una muñeca bonita, tendrá una muñeca bonita’, se dijo. Sustrajo las cintas, las telas y aquellas cuentas tan lustrosas y las usó para hacerse… ¡vestidos! Vestidos de princesa, vestidos de fiesta, vestidos tan elaborados que sin duda envidiarían las amiguitas de Lara. Después de aquello, convencida de lo que más le horrorizaba a su querida Lara, Petra decidió cambiar su aspecto. Poco a poco se fue deshaciendo de los pobres mechones de pelo natural que le quedaban en la cabeza y con los ovillos de lana repobló su cabellera que quedó convertida en una melena abundante de vivo color. Con las cuentas más grandes del color del zafiro se fabricó los ojos más deslumbrantes habidos en una muñeca, que remató soberbiamente con unas vistosas pestañas pobladas cosidas sobre su piel de trapo a golpe de aguja, cosió dos perlas falsas a sus orejas y rubricó con hilo rojo sus labios. Cuando terminó, bajó del escritorio y fue a mirarse al espejo del armario. Estaba satisfecha, todo el sufrimiento que había pasado al atravesar la aguja su cuerpo de algodón y trapo había merecido la pena. Su aspecto era ahora absolutamente espectacular. Se había convertido en una muñeca preciosa.

Petra se acostó de nuevo en la cama e imaginó lo que sucedería a la mañana siguiente cuando Lara la viese. ¡Una muñeca espectacular!‘Sin duda gritará de emoción al ver lo bonita que soy ahora’, se dijo la muñeca. ‘Y ya no pensará en deshacerse de mi. Tal vez incluso vuelva a quererme. ¡Oh, eso sería fantástico!’

Pero lo que sucedió a la mañana siguiente fue algo para lo que ni siquiera Petra estaba preparada. Lara se despertó y, al abrir los ojos, no vio a su muñeca. Ni tampoco gritó de emoción. Porque Lara se había despertado calva, muda, sorda de los dos oídos y ciega de los dos ojos.
Así fue como la niña descubrió que su muñeca siempre había sido la más especial del mundo, pues era nada menos que una muñeca vudú. Y desde aquel día jamás se separó de ella. Es más, durante el resto de su vida trató a Petra con sumo cariño, mimándola como nadie había mimado nunca a una muñeca, porque sabía lo que podría pasarle si Petra sufría algún daño.

jueves, 16 de abril de 2009

Cambio rana por jirafa (Una historia sobre la búsqueda del amor)

El amor es todo un dilema tanto para simple mortales como para las princesas más jactanciosas, y esta princesa novata no iba a ser menos.

Algunos encuentran el amor y otros se pasan la vida buscándolo hasta el rincón más remoto, algunos se pierden por el camino y quien menos vive creyendo que lo ha encontrado aunque no sea así.

Una princesa no sabe nunca de quien va enamorase, en los cuentos se especifica que las princesas han de besar ranas para encontrar a un príncipe, pudiendo salir mal el experimento y que el príncipe salga de rana para convertirse en un humano con modales y facha de sapo. Y si la susodicha princesa es demasiado relamida para posar sus labios sobre un batracio debe optar por algunas opciones nada cómodas, o bien se pinchan con el uso de una rueca o comen una manzana envenenada para quedarse “dormidas” y esperar esa posibilidad remota de que algún príncipe acceda a besar a una muchacha en coma inducido para ver si despierta.

Esta princesa decidió no quedarse en estado vegetativo, más que nada por si nunca llegase aquel supuesto príncipe que no terminaba por llegar aun estando yo despierta y en plenas facultades.

Así que sin prisa pero sin pausa, llegado el momento en que las inquietudes amorosas llegaron a mi corazón y me lancé a dar… Dicho así, hasta parece que besé a todo el que pasaba por mi lado, pero nada más lejos de la realidad, fui una princesita cauta y de manera estudiada fui eligiendo entre las ranas del estanque aquellas, que por alguna u otra razón, me parecían más especiales.

La primera ranita que besé se convirtió en un joven de cabello cobrizo y de ojos grises, y lo cierto es que aquello parecía amor verdadero hasta que la muerte apagó su llama y puso punto final a aquella historia. Pasado el tiempo de luto y con más cuidado que nunca probé de nuevo fortuna pero ninguna de las siguientes ranas se dirigió por buen camino y todas ellas terminaron en la carcha fangosa del olvido.
Decepcionada por mis resultados decidí abandonar el estanque y explorar más allá de sus aguas engañosas, y hete aquí que una jirafa se cruzó en mi camino.

Y ya sé, amigos míos, que las jirafas en nada tienen que ver con las ranitas y que en los cuentos de hadas no aparecen historias sobre princesas que besan mamíferos gigantes rumiantes, pero como todos sabemos, yo soy una princesa novata, y la primera norma que infringen los novatos es seguir cualquier tipo de dictamen. Y pese al miedo y las dudas que tenía jugué mis cartas reales y aposte por aquel ser tan excéntrico como especial.

Y sí, las jirafas, son diferentes en todos los aspectos, sobretodo en esa forma en la que destacan sobre los demás, pero no sólo de forma física. Gracias a mi espíritu explorador he descubierto que el interior de una jirafa me aporta más que el de un príncipe encantado.

Y es aquí cuando recuerdo esa canción del amor está en el aire y eso confirma mis sospecha de que el amor está en todas partes lo mencionen o no los cuentos de hadas, solo hay que abrir los ojos y seguir el corazón aunque este nos lleve lejos de lo que los demás llaman razón.

Preámbulo "Sobre Ella y Yo"


Tras meses de encuentros, sé cual es la causa de que “Ella” me resulte familiar, realmente jamás estuve sola, “Ella” siempre estuvo allí a mi lado, dentro, muy dentro de mí, en lo más profundo de mi ser, albergaba a la que hoy por hoy es dueña y señora de todos mis sentidos, de mis actos y pensamientos. “Ella” tan solo aguardaba adormecida en mi interior, al renacer de sus días.


Era débil y pequeña, y a lo largo de mis días fue alimentándose de todos aquellos “golpes” y reveses que la vida me ha dado. Y como quien dice la pequeña criatura, se hizo grande y poderosa. Recuerdo la primera vez que "Ella" decidió alzar la voz, fue en una fría noche de noviembre. Me había levantado de cama, puesto que no podía dormir, y me encaminé hacia el baño para refrescarme la sesera y aliviar mis enrojecidos ojos de tanto llanto inútil. Recuerdo que encendí la luz y me coloqué frente al espejo, mis claros ojos tardaron en adaptarse a la claridad pero en cuanto lo hicieron descubrieron su pálido semblante cruzado por aquella sonrisa malograda que poseen aquellos que nunca antes ha sonreído de una forma inocente, cuya mirada, tan verde como la mía chispeaba regocijo y creo que cierto siniestro placer, y se posaba en mi rostro enrojecido por el llanto como quien mira a la presa que va a ejecutar.




Su voz de un tono similar al mío, retransmitía una fuerza y autoridad que yo desconocía. Su saludo fue escueto y cuando pronunció mi nombre, poniéndole aquel énfasis en la última silaba, sentí como arrastraba con desprecio mi nombre fuera de su paladar. Y no la culpo por ello, en aquel tiempo yo era un ser agazapado en sus propios recuerdos que se arrastraba suplicante en vez de levantarse y comenzar vivir.

“Ella” se alegró al comprobar mi reacción tranquila y sosegada propia de una persona que se aproxima a pasos agigantados al abismo de la locura. Lo cierto es que Ella ya me había visitado años atrás siendo yo una niña de corta edad. Por aquel entonces “Ella” y yo manteníamos el contacto en contadas ocasiones y fue mi abuela materna quien con cuidadoso estudio se percató de lo que sucedía y acabó sabiamente y de raíz con aquellos “juegos” peligrosos. Pero mi abuela ya no estaba y en aquel baño sólo estábamos “Ella” y yo. Sabía que no había escapatoria posible, que su reaparición no sería en balde, me tenía donde quería y yo sólo podía escuchar y dejarme llevar. Con aquellas palabras que yo “quería” oír y que en el fondo estaban embadurnadas de oscura ponzoña me sedujo y me arrastró a través del espejo hasta aquel “teatrillo” donde yo actuaría según lo marcado en su guión.