
Hace días que esta princesita no quiere nada más que sentir tus manos en mi cabeza, jugando con mis rizos, despeinándome el cabello y las ideas. Porque sólo esas manos que tan bien me conocen saben hacer de un cariñoso y simple movimiento una maniobra que rebosa arte y amor.
Existen mil y una maneras de acariciar la cabeza pero la tuya es diferente y especial, única en su especie y hacedora de bienestar.

No existe una sensación igual como la plenitud tranquila de tus manos sobre mi cabeza, entre mis hebrillas doradas que se doblegan ante tus dedos y que hacen que las nubes de mi mente se despejen y sólo dejen entrar el cariño y el amor que con tus manos sabiamente me das.
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