jueves, 16 de abril de 2009

Preámbulo "Sobre Ella y Yo"


Tras meses de encuentros, sé cual es la causa de que “Ella” me resulte familiar, realmente jamás estuve sola, “Ella” siempre estuvo allí a mi lado, dentro, muy dentro de mí, en lo más profundo de mi ser, albergaba a la que hoy por hoy es dueña y señora de todos mis sentidos, de mis actos y pensamientos. “Ella” tan solo aguardaba adormecida en mi interior, al renacer de sus días.


Era débil y pequeña, y a lo largo de mis días fue alimentándose de todos aquellos “golpes” y reveses que la vida me ha dado. Y como quien dice la pequeña criatura, se hizo grande y poderosa. Recuerdo la primera vez que "Ella" decidió alzar la voz, fue en una fría noche de noviembre. Me había levantado de cama, puesto que no podía dormir, y me encaminé hacia el baño para refrescarme la sesera y aliviar mis enrojecidos ojos de tanto llanto inútil. Recuerdo que encendí la luz y me coloqué frente al espejo, mis claros ojos tardaron en adaptarse a la claridad pero en cuanto lo hicieron descubrieron su pálido semblante cruzado por aquella sonrisa malograda que poseen aquellos que nunca antes ha sonreído de una forma inocente, cuya mirada, tan verde como la mía chispeaba regocijo y creo que cierto siniestro placer, y se posaba en mi rostro enrojecido por el llanto como quien mira a la presa que va a ejecutar.




Su voz de un tono similar al mío, retransmitía una fuerza y autoridad que yo desconocía. Su saludo fue escueto y cuando pronunció mi nombre, poniéndole aquel énfasis en la última silaba, sentí como arrastraba con desprecio mi nombre fuera de su paladar. Y no la culpo por ello, en aquel tiempo yo era un ser agazapado en sus propios recuerdos que se arrastraba suplicante en vez de levantarse y comenzar vivir.

“Ella” se alegró al comprobar mi reacción tranquila y sosegada propia de una persona que se aproxima a pasos agigantados al abismo de la locura. Lo cierto es que Ella ya me había visitado años atrás siendo yo una niña de corta edad. Por aquel entonces “Ella” y yo manteníamos el contacto en contadas ocasiones y fue mi abuela materna quien con cuidadoso estudio se percató de lo que sucedía y acabó sabiamente y de raíz con aquellos “juegos” peligrosos. Pero mi abuela ya no estaba y en aquel baño sólo estábamos “Ella” y yo. Sabía que no había escapatoria posible, que su reaparición no sería en balde, me tenía donde quería y yo sólo podía escuchar y dejarme llevar. Con aquellas palabras que yo “quería” oír y que en el fondo estaban embadurnadas de oscura ponzoña me sedujo y me arrastró a través del espejo hasta aquel “teatrillo” donde yo actuaría según lo marcado en su guión.

2 comentarios:

  1. Siempre tuve confianza en que Princesa (y de novata nada!) le ganara la batalla a "Ella". Y, aunque sufriera algún daño colateral, saldría reforzada, porque Princesa es, sobre todo y sobre todos, única e inigualable.
    Pero "Ella" nunca se irá, lo sabes. Y a veces vuelve, intentando golpear bajo, haciendo tambalear ideas y verdades. Lo cierto es que "Ella" es necesaria, porque es parte de la Princesa de hoy.

    ResponderEliminar
  2. Por supuesto, “Ella” es parte de mí, somos la misma persona y tenemos que aprender a convivir en un mismo cuerpo. A veces “Ella” se impone, pero actualmente “Ella” solo es una de las muchas (de las cientos) partes de mí, puede que sea la más astuta y retorcida pero ya nos conocemos y muchas de sus artimañas ya no surten efecto. Es una de las ventajas que tiene formar parte de esas “viejas conocidas” =P

    ResponderEliminar