lunes, 8 de marzo de 2010

La llave del corazón

Esta princesita pasa mucho tiempo sola en la casa de mi jirafita y es de suponer que semejante gesto es indicador de seguridad y de confianza ya que a nadie le gustaría que una persona ajena pululara por nuestro hogar a su antojo.

La casa es ese rincón más intimo, el lugar donde nos sentimos cómodos y seguros, el sitio donde somos nosotros mismos sin temor a ser reprimidos. El hogar de cada uno es ese pequeño reino donde podemos escapar del mundo real y hacernos fuertes en una realidad paralela siempre ligada a ese mundo que espera tras la puerta principal pero que a su vez se mantiene tan distinto y libre como sí las paredes repeliesen cualquier ataque o infiltración externa.

La casa de mi jirafa es nuestro pequeño refugio, el sitio donde él se comporta como quiere, donde deja libre su ser y donde puedo yo también puedo ser libre lejos de las regias ataduras de la reina madre. Allí es donde en común de los mortales dicen que tenemos nuestro nidito de amor. Donde estamos juntitos y felices lejos de envidiosas miradas ajenas.

En ese lugar suelo estar yo, yendo y viniendo de aquí para allá mientras le facilito las cosas a mi jirafita o simplemente aparezco sentada en un rincón pasando el rato hasta que el tiempo le traiga de vuelta a casa.

Desde hace unos días tengo mi propio juego de llaves del hogar de mi jirafa, dicen que tener las llaves de una casa ajena demuestra que su morador tiene gran confianza en ti. A mi no hacen falta las llaves de su hogar para saberlo, pues lo más importante es que tengo desde hace tantos meses las llaves de su alma y su corazón y ese lugar, queridos míos, sí es el verdadero lugar al que quiero llamar hogar.

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