martes, 14 de julio de 2009

Jugando al amor

Dicen que el amor es un juego, en el que unos ganan lo más valioso y otros pierden absolutamente todo, en el que se sufre y se disfruta a partes iguales, donde las emociones y los sentimientos se apuestan a la carta más alta.

Dicen que cuando apuestas el corazón te introduces sin saberlo en una ruleta rusa donde la bala sale disparada cuando menos lo esperas.

Jugarse el sentimiento más hermoso que existe implica gran cantidad de riesgo y un pequeño porcentaje de éxito, por eso muchos temen jugar a este juego, apostar la vida y salir mal parado.

Yo arriesgué mis sentimientos, mi corazón, mi ser y mi alma en una sola apuesta. Una apuesta que llevaba tu número marcado. La misma que años atrás dejé reposando en mi lado de la mesa, adormecida por un temor que tiempo después disipó tu sonrisa.

Aquella noche la fortuna me sonrió y dejó que el azar mirara de lejos aquella secuencia de acciones y redenciones que borró aquella partida inconclusa del pasado y marcó el inicio de nuestra historia.

A día de hoy sigo pensando que volvería a jugármelo todo otra vez, porque pocas veces en la vida se tiene la fortuna de acceder a un premio tan especial y extraordinario.

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