viernes, 10 de julio de 2009

Sueño princesil

Era se una vez y así por sorpresa
Apareció en el cuento una princesa
De tez muy blanca y rubio cabello
Y hermosos ojos de verde destello

La princesa creía en el amor y a un príncipe buscaba
Mas ranas y sapos era lo único que encontraba
Con valor y con gran tesón
Sin saber muy bien cual sería la correcta dirección
En la que encaminarse presta para hallar la solución
y curar así su triste corazón

Pasada la media noche cuando el canto del grillo se silenció
Bajando de la plateada luna el hada blanca se le apareció
Como un rayo veloz
Dejó escapar su voz
Mas allá del confín de la noche hallarás
A quien tu, princesa, por siempre amarás

La princesa feliz y encantada
Por aquella confesión revelada
Partió allende de los confines en busca de aquel ferviente amor
Por todo cortejo llevaba la esperanza y por estandarte su valor

Pasaron los días y la princesa siguió sin encontrar nada
Que le valiese de guía para desvelar el acertijo del hada
Se echó a descansar
sobre un lecho de flores primorosas
y allí empezó a soñar
Embriagada por las flores olorosas


Y soñó, soñó con la luna reflejada
Sobre aguas de plata
Soñó con su expresión relajada
Y sus labios de nata

Despertó de aquel extraño sueño
Y sintió que alguien la observaba
Se preguntó de quien sería
Aquella osadía su señor y dueño
se levantó a ver quien la miraba
Y sintió como su corazón perdía

Pues aquella mirada
No era otra que la de su destinado amor
Y ahora azorada
La princesa era incapaz de reunir su valor
Para confesarle
para desvelarle
que había caminado mil senderos
por prendarse
de los ojos que tenia por luceros
y de él enamorase

Más aquel desconocido al mirarla
Absolutamente todo entendió
Y con tiernas palabras confesó
Que desde ese instante quiso amarla

Y es así como la pequeña princesa halló su amor verdadero
Pues no hay nada en esta vida como un encuentro certero
Que los corazones caminar para encontrase
Y al caprichoso destino han de encomendarse

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