A veces la noche se vuelve en contra mía y me envuelve en su enlutado manto para cantarme esa triste canción de cuna que devuelve a mi mente los recuerdos pesarosos y amargos. Me siento presionada, apenas puedo respiara sin que el dolor me agujereé el alma, reconozco que me es imposible ocultar que tengo una basurita en ánimo que me reconcome en esta felicidad....Hoy he mirado más allá del universo que se a creado entre tú y yo, y me he percatado que salvo esta inmensa suerte el resto de vida aun son pequeños jirones sin forma, ni patrón para seguir. Doy gracias al cielo y a la fortuna que me sonrió porque te tengo y me salvas de toda perdición. Pero existe una sombra más allá de esta luz, que me mira y me inquieta, que me observa y me desvela. Ese monstruo gris que me persigue desde que nací y que escalón, tras escalón sigue tras de mí.
Hoy no tengo fuerzas para ignorar su presencia ni para fingir que no lo veo. Hoy se ha colado en mi baile y me ha obligado a seguirle el paso. Y a cada paso que dí, más de una pena sentí.
Hoy, que el día que era soleado como tu pelo y el mío se ha vuelto más oscuro que las fauces del lobo. De repente y sin quererlo se ha apagado la luz y he sentido el helado aliento de la pena sobre mi nuca y el eco de aquellas voces que deseé no volver a oír nunca.
No pude evitar que el color de mi mundo se oscureciese como el crepúsculo ni que mi mente me jugara una mala pasada ya era tarde cuando me di cuenta que por la tristeza estaba hechizada. Me he caído de bruces en la acera de las cosas malas y no sé cómo volver a mi calle de la alegría, me noto tan sóla, tan menuda y vacía. Esta noche tú no estás y por alguna extraña razón, no puedo dejar de llorar y llorar...
Sé que cuando salga de nuevo el sol y mis pasos me guíen hasta tus brazos se habrá ido el dolor dejando la felicidad intacta y sin su rastro. Pero ahora que la oscuridad es dueña y señora, alienta mi dolor con destreza y hace que solo pueda susurrar: -Buenas noches, tristeza-
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