Detrás de los fabricantes de muñecas a golpe quirófano, existen otros no menos mezquinos que gobiernan a la mujer desde sus patrones. Aquellas mujeres que no encajan en esas medidas que ellos consideran exactas y acaban estipulando como media denigrante, son ignoradas por estos crápulas con ínfulas de poder.
Suele ser que estos fabricantes no simpatizan con las formas de mujer pues anhelan en el fondo ser como ellas y al haber nacido en cuerpo de hombre buscan su aproximación en lo andrógino que choca con el verdadero ideal de mujer.
Estos seres suelen actuar como las arañas y hacen de su cinta métrica su tela y su camino a la perdición para muchas incautas que seguiráe incondicionalmente a estos gurús de la moda.
Estos patotrinistas de poca monta conocen que el arte de la sartrería y costura reside en la maestría de adaptar cada prenda a las curvas y voluptuosidades del cuerpo, y ellos faltos de talento e incapaces para lograr una curva con doble remate en hilo, adaptan sus “telas de araña” a las medidas de una tabla plana y sin formas.
Carentes de habilidad estos fabricantes de muñecas defienden sus terribles ideas con despunte de doble filo y muestran en pasarelas y revistas a esqueletos ambulantes que no ponen en evidencia la falta de virtuosismo de sus esperpénticas creaciones.
Y es ahí cuando la araña sabe que a enganchado a moscas y moscardones, marcando las pautas como el pedal de una maquina de coser, atando sus ideas al imperio de la moda, imponiendo su engañoso criterio a costa de la salud física y mental de los demás.
La sombra que proyecta el fabricante de muñecas llega a cada espejo de los probadores de las tiendas y se ríen cruelmente sobre los percheros y estantes esperando dejar a la mujer de verdad perdida en espejismo de falsedad.
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