viernes, 4 de diciembre de 2009

Carta abierta a Peter Pan


Aun no entiendo que hago esperándote sobre el alfeizar de mi ventana, ni porque rebusco en mis libros de cuentos cualquier pista que me lleve a ese mundo mágico como tampoco sé porque continuo aquí después de tanto tiempo.

¿Qué pasó?¿Por qué no me llevaste contigo cuando aun podías? A veces el tiempo nos juega malas pasadas y juega disoluto con nuestros sentimientos más profundos. Ríen quienes afirman que tengo cara y alma de niña. ¿Pero acaso no fue a eso a lo que tú me condenaste?

Yo, que siempre creí en las hadas, que vi unicornios cuando otros no veían nada y que escuchaba a los duendes a través del ruido de las pisadas en la hojarasca. Yo, que siempre miré al horizonte y encontré la estrella que iluminaba el camino y que acabó por sentenciarme a una espera eterna.

¿Por qué nunca viniste a buscarme? Ni si quiera apareciste aquella noche de San Juan cuando las luciérnagas bailaron conmigo a la luz de la luna. Yo siempre te esperé, y aun siendo verano o invierno dejaba la venta entreabierta para que pudieras pasar, pero pasaron los meses y se convirtieron en años y nunca vi tu sombra jugando por mis paredes.

La niña abandonó su cuerpo infantil para encerrarse en uno de mujercita y aun así pese a tu absoluta indiferencia sigue esperando a que vengas y aunque no sea para llevártela se merece una explicación para tan tamaña desilusión.

Sola, tú me dejaste sola y desde bien pequeña con mi soledad como testigo aprendí a volar, a ver más mundos de los que tú encuentras en tu país y a vivir aventuras y retos que tú jamás superarías.

Dicen que los seres egocéntricos se vuelven unos egoístas y tú con tus ansias de protagonismo decidiste no llevarte más niños a tu pequeño paraíso no fuese a existir un niño más intrépido y valiente que te relegara de puesto.

Pese a tu absurdo egoísmo te escribo para decirte que no tienes nada de valiente, vencer a un pirata no es ni mucho menos vencer a nuestros miedos, que la gran aventura de la vida dista mucho de incordiar a unos pobres indios pues es vivir cómo un niño siendo ya un adulto. Quedate ahí con tus cantos de sirenas que esta noche me voy sola con mis pensamientos felices a buscar conejos blancos sobre la luna llena.

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