sábado, 5 de diciembre de 2009

Sucesos Otoñales

Cuando el verano se marcha y el aroma a campo segado cambia por el olor a tierra mojada, el corazón sabe que ha llegado el otoño. Durante esos días la vista se complace al observar una de las maravillas más fascinantes de la naturaleza, cuando los verdes de las hojas mudan a ocres, amarillos y rojos, y el atardecer se convierte en una fusión de color entre la tierra y el firmamento.
Poco a poco el sol se va durmiendo, apaga su fulgor de manera más temprana como si quisiera ir llamando dulcemente al sueño a las criaturas que habitan los bosques y prepararlas para su descanso invernal.

Al llegar los funerales de las hojas el suelo termina por convertirse en una inmensa y mullida alfombra de hojarasca, las gotas de rocío van dejando atrás su forma liquida ansiando amanecer convertidas en copo de nieve.

Y es ahí cuando ese mágico telón de fondo que es el otoño abriga los corazones con su magia y dota a los sentimientos de esa sensación de urgencia de hacer las cosas antes de que el helado y blanco silencio de la nieve lo cubra todo.

El otoño es cómplice de los cálidos arrumacos, de los susurros a media voz entre vahos que cruzan el frío ambiente para posarse sobre un enrojecido lóbulo y de los besos que acarician con su delicioso calor la piel y los labios. Los días más cortos sólo apremian a entregarse, a amar y ser amado y a vivir más intensamente de un modo más acelerado.

Así que aprovecha esta estación y entregate al amor, al goce de los cálidos sentimientos que nos protegen del frío y aíslan la pena manteniéndola lejos del corazón.

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