lunes, 15 de junio de 2009

Desvelo en una noche de tormenta

Desde mi ventana veo llover esta tormenta que derrama a mares, litros y litros de agua que se esparcen a la deriva por las calles. Sé que cada una de esas cientos de gotas no llegarían a superar el número de suspiros que por ti lanzo sobre este cristal. Suspiros que contraen con un vahído retraído y ahogado, esta melancolía sin principio ni final.

Aquí sigo con la cabeza inclinada, apoyando mi pelo sobre la ventana. Esta ventana que se empaña con mi aliento y con el calor que se derrama entre las esquinas del viento.

Y yo sé mi amor, que aun siendo tan tarde tú estás en tu ventana mirando a la calle. Y tal vez tú también estés pensando en mí, observando el negro horizonte, allí donde la tormenta sobre su órdago de truenos se monte. Y sólo entonces puede que me veas caminando empapada bajo tu ventana, mirándote como a veces te miro y hablándote sin decir nada.

Solo será un momento pero yo también te creeré ver, mirándome con tu sonrisa prendada, esa sonrisa que a veces me pierde y por la que sé que estoy enamorada. Y durante un segundo mi amor, habrás visto mi alma que te sigue y te persigue allá donde tú vayas.

Un trueno más hará que se marche tan extraña visión que por breve espacio de tiempo se escapó de tu corazón. Y otra vez volverás a ver esas gotas que del cielo caen, y que sin haberlo creído posible recuerdos te traen.

Un poco más lejos de allí en la penumbra de mi habitación, se me escucha tararear una vieja canción.

Los relámpagos reflejan mi cara y descubren lo desecha que esta mi cama.


El aroma de la lluvia tiene algo especial creo que me tae el olor de aquel rincón, aquella esquina de tu cama que hace que extrañe tu habitación.


Me gustaría tanto ser, una gota que se expanda y se divida al estrellarse en tu cristal, y frente a ti dibuje un corazón tan perfecto y metódico que parezca real. Tan real como este amor que se me escapa del cuerpo, aunque lleve anclados mis sentimientos bien adentro.


Porque a veces noto como si mis sentimientos estallaran como un trueno en un rugido del infierno. Porque si no te tienen de furia se agotan y si te tienen de pasión se desbocan.


He puesto mis manos sobre el vaho de mi cristal y he dibujado las caricias que hoy no te he podido dar, pero cuando la tormenta escampe y el cielo se vuelva a calmar. Yo te daré, vida mía, todo lo que nadie antes te ha podido dar.

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